Promesa: barco que zarpa al dolor… Del libro "Antes de los Epitalamios"

 

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Promesa: barco que zarpa al dolor…

¿Se puede extrañar con vehemencia

algo que podría haber sucedido?

¿Se puede querer de vuelta

una mera posibilidad

de algo que no ha sido?

 

Nostalgia de un futuro probable…

 

¡Qué problemáticas las proposiciones

que contienen un “siempre”!

Las generalizaciones me duelen

—ya que excluyen lo particular—.

 

Las promesas secuestran a mi alma

—pues es asegurar lo incierto,

querer controlar lo que nos excede,

intentar fijar el devenir—.

 

¡Qué añoranza tan vasta viene hasta mi puerta!

Debo dejarla entrar, cueste lo que cueste.

Es avasalladora, difícil inquilina:

sé que se quedará unos días,

y no pagará la renta.

¿Cómo cobrarle lo que aún no me debe?

¿Cómo robarle un criterio, un paradigma?

 

Me quejaré con la noche por pensarte tanto,

por decidir tenerte lejos a ciega voluntad…

 

Habitarás mi velada memoria:

inconclusa, parcial, escorzada.

 

Sobrevendrás magnánima y alada.

 

Dormirás en palacios de amatista,

brillarás como un trofeo en el mueble

que atesora los hitos de mi vida.

 

Saldrán a flote todos los momentos

que vibramos juntos, en sincronías,

como botellas distantes

en un mar de recuerdos.

 

En la última estrella o centella

buscaré tu rostro inmaculado,

y si logro hallarte plena

como lo fuiste en el auge del romanticismo

tu mirada me abrazará

con la calidez del otoño;

si te veo triste o apagada,

ese será mi motor infalible

para encender los días

y generar tu risa,

selecto combustible.

 

Nos reservo caricias secretas

en algún bosque luminoso

muy lejos de nuestras casas.

 

—¿Vendrás a buscarlas?— Quisiera decir.

Pero preguntar sería prometer.

 

Si el pájaro quiere cruzar el cielo

deberá abandonar el nido…

 

Si la timonel sueña con

atravesar los anchos mares

despedirá a su familia feliz…

 

Extrañará con mesura y locura;

pero no volverá ni un día antes

de lo que los hilos en la madeja

han tejido para su existencia.

 

Tendrá el valor para afirmarse.

 

Mirará a su apego

con los compasivos ojos

de un padre o una madre.

 

Llorará y seguirá riendo:

cada ola es única en su forma,

e igual se disgregará

                                                         Promesa: barco que zarpa al dolor…

 

    E                           Con independencia                         A

                                          L                           de su cumplimiento,                       L

                                 B                                  las promesas duelen.                              D

                                   A              No puede haber promesa sin expectativa.         O 

                                     R              No puede haber expectativa sin deseo.           L

                                       C                 No puede haber deseo sin dolor.               O

                                         O                 Las promesas siempre duelen.              R

 

                                                        Promesa: barco que zarpa al dolor…

 

Dolor del que nunca más se regresa,

más que por un breve tiempo

en otra vana promesa:

barco que vuelve a zarpar con presteza,

creyéndose omnipotente,

olvidando la implacabilidad

del bravo mar de los tiempos...


Agustín R. Iribarne

Del libro "Antes de los Epitalamios"


 

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