Nostalgia del Cobijo Infantil del libro Las Grietas del Subsuelo

 Nostalgia del Cobijo Infantil

No te vayas, por favor. Quédate hoy.

Aún no es el tiempo adecuado 

de remover mi antigua herida:

no está cicatrizada, sigue abierta; 

chorrea pus y sangre…


No te preocupes, no es tu culpa:

es mi propio camino de experiencias.


Nada puedes hacer, más que acompañarme,

si así lo decides; al menos esta vez…


Quédate a mi lado, sólo una noche.


De todos los amores que tuve

fuiste quizás el más comprensivo,

el más sabio en tu ignorancia de pueblo…


¿Amor de madre? ¿Amor de virgen?

Amor que sostiene, incondicional…


Quédate a mi lado, sólo esta noche:

por algo el destino nos ha encontrado

en medio de la tempestad.


Sólo descansaremos.


Con algo de buena suerte,

soñaremos cosas reparadoras.


No es mi intención atizar el fuego

que alguna vez incendió nuestras pieles.

Lo juro: no hay segundas intenciones

ni máscaras o disfraces.


Sólo quiero tu abrazo

para no escapar al lascivo placer

que me llama secretamente

desde todas las aristas posibles;

placer que no es más que

un gran avión que se cae dando giros 

fuera de control, y explota

contra el cemento, a metros de mi cuerpo,

cuando voy camino a mi facultad

a seguir estudiando,

otra forma de hedonismo agudo…

¡Lo puedo ver claramente!

Pero mi ansia de viajar

se quiere subir igual…:

¡…aun intuyendo su final…!


En compañía de tu alma podré 

pensar y sentir diferente,

desde otro lado del habitual,

pues sólo tu presencia

evoca en mí la nostalgia

del cobijo infantil que

tanto necesitan los hombres...


No quiero ser fuerte: quiero ser débil

como una vieja hoja que cruje.

No quiero ser duro: quiero ser blando

como una galleta en el agua.

Soy Agus: soy Agua: todo mi cuerpo

está compuesto por este elemento…

No  quiero dejar de llorar:

quiero abrazar mi sensibilidad…


¿Por qué la sociedad pone barreras

a nuestros más preciados dones?


Todos necesitamos amor:

todas necesitamos refugio:

todes necesitamos compasión:

algo que prometió, y sin embargo

nunca brindó en verdad la religión...

Todo esto hay que buscarlo 

en esos buenos seres

que la vida nos presenta…

...Y sobre todo, en nuestro corazón.


Huyamos del peligro,

del acecho de los cazadores del amor,

de los gritos, de la ira y el dolor…

No somos tan malos como creemos,

o cómo nos hicieron creer…


Siempre habrá alguien

dispuesto a querernos.


Hoy me despierto sabiendo que hay 

un lugar en mi memoria

donde siempre seré feliz:

en todo recuerdo de una caricia

entregada con sincero afecto…


Agustín Ricardo Iribarne

Del libro: Las Grietas del Subsuelo...


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