Distante caminante
“Todos caminamos hacia el anonimato, sólo que los mediocres llegan un poco antes”.
“Yo aspiro a ser anónimo, la forma máxima de la gloria”. Entrevistas. J. L. Borges.
“Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no
espera llegar”.
Jactancia
de quietud, en Luna de enfrente (1925). Jorge
Luis Borges.
Ha venido aquí desde muy lejos.
Lo he seguido secretamente. /
Ha cruzado la oscura y
pesada noche del dolor. /
El alba, indiferente, se
abrió como una herida de amor, /
y fue testigo de su lento paso,
ciego y meditabundo. /
Dicen que ha recorrido el
mundo, de la mano de Dante y de Cervantes;
/
que a través de mitos, fábulas
y epopeyas conoció a los antiguos; /
que viajó por oriente
durante largas páginas, que escribió sobre budismo; /
que soñó con Europa y fue a
morir a Ginebra, que mezcló cual hebras /
en su prosa y su poesía al
gaucho y al civilizado, a las pampas y a la ciudad; /
que elevó el castellano a la
altura del latín, el griego y el francés,
/
al proyectar en sus cuentos —la
cumbre del género— de intrincado ingenio
/
sus fantásticas ficciones de
indecible y enigmática perfección… /
—¡El distante caminante!— se
oye en el pueblo; cual rayo, veloces,
los niños y las abuelas se
agolpan como bueyes, /
se amontonan a verle
obreros, oficiales y terratenientes. /
Dicen sobre Él lo uno y lo
otro con igual entusiasmo: /
todos vociferan y pregonan
algo diferente. /
Nadie sabe lo verdaderamente
cierto. /
Él habita el silencio, sumido
en su soledad… /
Sin embargo, como una brisa
o una ventisca, /
un rumor de mieses o peces le
sigue a todas partes, /
ya que el ser humano siempre
habló de lo que ignora, /
con el objetivo de apresar en
palabras el abismo de lo desconocido:
/
pues el lenguaje es por
excelencia su instrumento para nombrar lo real... /
Es lógico que así sea. Él lo
sabe. Está tranquilo. /
Deja que hablen. No teme al qué
dirán, ni al lenguaje; /
le tiene sin cuidado lo que
con él se enuncie /
sobre el misterio que genera
en su andar: /
conoce sus leyes, recursos y
elementos /
juega a diario con él, lo
explora, lo explota /
lo extiende más allá de sus
límites /
lo recrea y lo disuelve, lo
dicta, lo domina /
y se rinde al fin a él, pues
poeta es. /
Poco le importan al distante
caminante los murmullos humanos, /
errantes, esas cascadas de
palabras gastadas, /
pues Él sólo presta oídos a
otras voces y otros ruidos: /
los ecos del tiempo en su infiel
memoria, /
las palabras que reverberan
en sus laberintos, /
el sonido apagado del
reflejo de un espejo roto, /
el filo de la cuchilla que
lo lacera por dentro, su Otro, /
el bramido del instante
animal que todo lo revela, /
el trazo del lápiz de ese Alguien
que escribe la historia… /
Mientras todos juzgan, Él
descansa. /
Mientras todos hablan, Él
avanza. /
No busca nada en particular con
su insaciable caminar. /
Seguir adelante es su meta
final: le guía el infinito. /
Con la tinta de la eterna
biblioteca universal escribe su historia, /
aunque sabe que será corroída
con la lluvia de los años… /
En la lejanía, lo diviso a
Él; lo observo, comprendo y luego callo: /
pues yo también camino, pues
yo también… poeta soy. /
Por
Agustín Ricardo Iribarne
Al gran maestro,
escritor y poeta universal, Jorge Luis Borges.
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