Yo no escribo
porque simplemente me gusten las letras,
porque me parezca simpático el hecho de jugar con las palabras y las rimas,
ni porque sea “cool” o “intelectual”
o para levatarme un pibe o una mina,
sino porque cual asesina,
la poesía me pone un verso en el cuello y me aprieta tanto,
que sólo puedo obedecerla,
cumplir todos sus llamados espontáneos,
sus órdenes imperiosas
y hasta sus golpes frenéticos
porque no exagero al decir que
la poesía también
te escupe en la cara
su necesidad
de hablar, de nombrar
de cantar o contar experiencias
de verbalizar hasta lo que no puede nombrarse
-y crear así una metáfora radical o realizar la antigua catacresis-;
¡y cómo decir el misterio insondable
que la convoca a ser!
La poesía es movimiento,
desde las fibras más internas del lenguaje
hasta tus venas, tus dedos y la pluma
desde el ánimo de la musa
hasta tus redes neuronales
y desde la Esencial Belleza Poética
hasta tus cuerdas vocales
para que expulses
algo que por naturaleza
debe ser expelido,
-aunque no tenga sentido,
como un cohete hasta Marte-
como un chorrazo de espumante,
se eleva y explota el poema
en mil significados y grafemas
o siendo simple,
como de la escritura un emblema
que ha nacido
para aclararte las dudas
con una sola oración acertada
al núcleo del alma.
Yo escribo porque me urge,
porque me arde la lengua
y el silencio me reclama;
escribo porque la hoja en blanco
es la pradera soñada
para los esclavos verbos
que me habitan desde niño,
al adoptar lo más propio del hombre: el lenguaje;
me nace la misma necesidad de expresión,
de intentar captar en unas líneas
la esencia de un suceso,
sea un desamor, una actitud o la Creación.
Escribo porque si no lo hiciera
moriría más rápido.
Agustín R. Iribarne
Guiskyleaks.blogspot.com
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